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Dos genios universales combinados: sublimación de humanidad trascendente.

Aprender a aprender … aprender a contemplar … ejercer la sabiduría

La dinámica de comunicación que he adoptado desde hace ya algún tiempo, es generada por; y debida a la evolución personal y profesional, por la cual comprendí que los universos discretos no son suficientemente versátiles para permitir la contemplación del verdadero universo del conocimiento humano en sus diversas areas de aplicacion.

Esta frase puede llevar a confusiones, una de ellas (la más común) puede ser la de pensar que “podemos saberlo todo”, o “podemos abarcarlo todo”. Ni una cosa ni la otra, sino al revés. Podemos ser conscientes de nuestra ignorancia específica de las cosas que influyen en nuestro objeto de estudio o trabajo pero que no conocemos y en consecuencia; el conocimiento de esta ignorancia, nos pone sobreaviso para observar mejor y quizás trocar, la explicación de su fenomenología ontológica en una meditada y organizada contemplación sin más.

Al referirnos a la contemplación, estamos apostando a una observación de amplio espectro, con visión panorámica y panóptica del fenómeno que nos convoque, utilizando   para ello, todos los recursos cognitivos y experimentales que dispongamos, pero incluyendo la inducción, la percepción subjetiva y el conocimiento hermenéutico, así como la sensibilidad expresada en las artes como forma de descripcion no racional sino puramente sensual del fenomeno comun a todas las aproximaciones particulares, colimadas por sus respectivas lentes de disciplinas que las aplican. No se trata de dejar en un segundo plano al proceso de conocimiento científico lógico y racional (el cual practicamos); todo lo contrario, se trata de enriquecer a este  con una gran lente abarcativa. 

Las imágenes integradas y no sumadas de todas las lentes inscritas en la gran lente, permitirá lograr una visión holística contemplativa con múltiples puertas de acceso a conocimientos discretos específicos según la necesidad, desde una cúpula perceptiva general.

La evolucion del manejo epistemico

Desde la antigüedad clásica, el Hombre ha intentado conocer el universo y dentro de él, los submundos regionales más cercanos y discretos.

La tendencia inicial, fue la de atribuir a las divinidades de turno las causas, efectos y consecuencias de las interacciones de los fenómenos que el Hombre observaba. Sin embargo, de a poco se iba aventurando en atender inquietudes cognitivas cada vez más ambiciosas, desafiando los paradigmas vigentes que coliman las trayectorias investigativas de los seres pensantes (no siempre libres). Basta con citar el ejemplo de Sócrates y Gorgias, que tuvieron que hacer “su última libación” en honor de saber cada dia algo mas, más allá de lo establecido; o de Galileo que hubo de desdecirse para evitar la hoguera de la Inquisición ante su maravilloso descubrimiento universal.

No obstante el arrojo de los sabios referentes universales, la generación de nuevos conocimientos siempre estuvo imbuida de metafísica, matemáticas, música y artes pictóricas, que con el paso de los siglos dio cabida oficialmente a la madre de todas las ciencias que en forma implícita siempre estuvo: la Filosofía.

Los grandes genios universales  conformaron  periodos “geniales” de la humanidad, con la consecuente generación de la mayor proporción de conocimiento de  todos los tiempos. 

No es casualidad que todos ellos, sin excepción, hayan navegado por los mundos de las artes, las ciencias exactas, la ingeniería, biología y la teología, para luego decantarse en sus disciplinas características que los definieron como los genios que aportaron el mas grande tesoro de la humanidad a las generaciones futuras.

Paradójicamente, fue necesario invertir más de un par de milenios para la generación de una masa crítica de conocimiento global. Fue entonces cuando la tecnología finalmente alcanzó al  conocimiento científico, filosófico, artístico y metafísico, para que entonces, una vez pasado un umbral, explotara en un desarrollo exponencial con tanto impacto que hasta genera cierta ceguera selectiva de parte de las sociedades para reconocer un tipo de conocimiento del otro.

Finalmente, la tecnología permite “hacer evidente y / o manipulable” alguno de los procesos del universo que fueron concebidos previamente en forma teórica por la ciencia y otras disciplinas. La tecnología generó como efecto fundamental, las diferentes Revoluciones industriales, de las que asistimos hoy a la IV y más impactante de todas.

En la actualidad, resulta difícil establecer con precisión la línea divisoria entre conocimiento científico per se y conocimiento tecnológico. Ambos están tan estrechamente vinculados que su mutua dependencia los convierte en una unidad funcional novedosa y cuasi autónoma.

Prácticamente no existen publicaciones científicas que no se basen en registros, medidas, metodos de observacion instrumentales y plataformas tecnológicas que son leitmotiv para la investigación per se, como la espectrometría de masas, la secuenciación masiva de ácidos nucleicos, por ejemplo.

Todos los que hemos incursionado en el mundo de la investigación científica estamos inmersos en una especie de vórtice del que no podemos ni deseamos salir, pues nos hacen posible acceder a otros planos de la percepción.

Todos asimismo,  partimos de formaciones específicas y los desarrollos tecnológicos nos exigen a cambio de su “generosidad observacional”, una especialización cognitiva y operativa sobre la tecnología per se cada vez más profunda y demandante.

Las tendencias formativas de los nuevos investigadores, se describen a lo largo de una línea de tiempo que comienza en las etapas formativas pre grado e inexorablemente llevan a los niveles académicos terciario, cuaternario y más, que los hace ir mas y mas profundo en un sector de conocimiento particular referido al tema de origen en la formación del investigador; siempre al amparo institucional de alguna universidad o entidad de desarrollo.

La profundidad de saberes alcanzada y la intensidad de trabajo exigida, hace cada vez menos frecuente, la navegación por otros campos del conocimiento humano, desde cada vez más tempranos estadios de la formación profesional y académica del individuo. 

Esta evolución tan vertiginosa, me hace pensar en  una suerte de viaje en un tubo a velocidad de la luz. Mi espacio – tiempo es el actual, pero nada sé del homónimo del exterior o al costado. Cuando llegue a un punto en común con otro viajero que lo haga a una velocidad sub lumínica, ese momento será el futuro del otro y el presente del viajero de la luz. ¿Podrán ambos viajeros entender y utilizar recíprocamente las respectivas vivencias si se encuentran?  …

La Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven

“La Novena sinfonía es una de las composiciones más emblemáticas de Ludwig van Beethoven, quien la llevó a cabo entre 1818 y 1824 por encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres. Su importancia es tal que fue declarada patrimonio de la humanidad en el año 2002”. (Andrea Imaginario; https://www.culturagenial.com/es/novena-sinfonia-de-beethoven/)

La sinfonía como género: 

La sinfonía es una obra musical concebida para orquesta que consta de cuatro movimientos, autónomos y bien estructurados:

  • Primer movimiento: Allegro.
  • Segundo movimiento: Adagio.
  • Tercer movimiento: Scherzo.
  • Cuarto movimiento: Allegro.

La Novena sinfonía y sus innovaciones:

Ludwig van Beethoven desarrolla la Novena sinfonía siguiendo la estructura convencional de  cuatro movimientos. Empero estos se desarrollan de tal manera que abren paso a una nueva percepción fenoménica de la música. Hace sentir al espectador la música per se como si fuera una entidad ontológica que se comunica y tiene algo que mostrar y decir. Una nueva percepción de la descripción fenomenológica del universo a través de un arte.

Cambios en la estructura

La estructura de la Novena sinfonía aplica los siguientes cambios:

  • Allegro ma non troppo, un poco maestoso
  • Scherzo: Molto vivace – Presto
  • Adagio molto e cantabile – Andante Moderato – Tempo Primo – Andante Moderato – Adagio – Lo Stesso Tempo
  • Recitativo: (Presto – Allegro ma non troppo – Vivace – Adagio cantabile – Allegro assai – Presto: O Freunde)

Beethoven desarrolla transformaciones rítmicas a lo largo de la estructura que son absolutamente contrastantes, y rompen con el sentido del equilibrio y la mesura del clasicismo.

A propósito del primer movimiento, el investigador Josep Pascual, en su libro Guía universal de la música clásica, sostiene que “La sinfonía empieza con una serie de cuartas y quintas perfectas, surgidas como de la nada (…)”, y atribuye a su desarrollo “un clima casi violento”. A esto, agrega:

…en toda la composición dominan los contrastes y el dramatismo del primer movimiento se torna vitalidad en el segundo, al que en ocasiones se ha definido con acierto como un paso de la oscuridad a la luz.

El tercer movimiento – dice el investigador – es dominado por un espíritu lírico, antesala al cuarto movimiento, en el cual se inserta el Himno a la alegría. 

El investigador lo clasifica como “un emotivo canto a la fraternidad universal”. Josep Pascual concluye afirmando que el cuarto movimiento puede ser considerado en una obra completa en sí misma, es decir, “toda una sinfonía”.

En la Novena, Beethoven introdujo la percusión por primera vez en la historia de la sinfonía. De hecho, la percusión ni siquiera se consideraba una sección habitual de las orquestas en aquella generación.

La inclusión de la percusión imprimiría un nuevo carácter que elevaría la potencia emocional. Desde el primer movimiento podemos sentir la fuerza de la sección percusiva, que contrasta con la delicadeza de las cuerdas llevadas al pianissimo.

Con ello, Beethoven logra elevar la potencia, la intensidad y la expresividad de los sonidos logrados por el conjunto de la orquesta, hasta alcanzar efectos verdaderamente impactantes en la experiencia auditiva: Vivir lo que la música cuenta …

Otra importante innovación de Beethoven fue la inclusión de coro y cantantes solistas, que él dispone en el cuarto movimiento, el momento climático de la obra.

El texto elegido por el compositor fue la famosa Oda a la alegría de Friedrich Schiller, quien lo escribió en el año 1786. Con el tiempo, el nombre Himno a la alegría comenzó a ser utilizado para referir a la obra musicalizada.

Con este gesto, Beethoven dio a la voz la misma dignidad de la que gozaban los instrumentos musicales, es decir, hizo de la voz un instrumento de la orquesta que aporta nuevas texturas, timbres y efectos a la composición.

Pero también le dio valor a la palabra poética, elevada a la forma de la sinfonía. Ciertamente, la poesía había sido reivindicada en el género del lied alemán mucho antes, pero ahora, hacía su entrada triunfante en la sinfonía que, para entonces, se consideraba la forma más elevada de la música académica.

Fue Beethoven quien, en la música académica, abrió el espacio a la libertad creativa, la subjetividad y la expresión emocional propia, valores acordes con la estética romántica. En él se registra el dominio de la tradición clásica en sus primeros años, y la sed de libertad y creatividad en los últimos. Beethoven fue la llave de una puerta que dio la entrada a un nuevo universo musical.

Oda a la Alegria: Friedrich von Schiller

¡Oh amigos, dejemos esos tonos!

¡Entonemos cantos más agradables y llenos de alegría!

¡Alegría! Alegría!

¡Alegría, hermoso destello de los dioses,

hija del Elíseo!

Ebrios de entusiasmo entramos,

diosa celestial, en tu santuario.

Tu hechizo une de nuevo

lo que la acerba costumbre había separado;

todos los hombres vuelven a ser hermanos

allí donde tu suave ala se posa.

Aquel a que la suerte ha concedido

una amistad verdadera,

quien haya conquistado a una hermosa mujer,

¡una su júbilo al nuestro!

Aun aquel que pueda llamar suya

siquiera a un alma sobre la tierra.

Mas quien ni siquiera esto haya logrado,

¡que se aleje llorando de esta hermandad!

Todos beben de alegría

en el seno de la Naturaleza.

Los buenos, los malos,

siguen su camino de rosas.

Nos dio besos y vino,

y un amigo fiel hasta la muerte;

lujuria por la vida le fue concedida al gusano

y al querubín la contemplación de Dios.

¡Ante Dios!

Gozosos como vuelan sus soles

a través del formidable espacio celeste,

corred así, hermanos, por vuestro camino alegres

como el héroe hacia la victoria.

¡Abrazaos millones de criaturas!

¡Que un beso una al mundo entero!

Hermanos, sobre la bóveda estrellada

debe habitar un Padre amoroso.

¿Os postráis, millones de criaturas?

¿No presientes, oh mundo, a tu Creador?

Búscalo más arriba de la bóveda celeste

¡Sobre las estrellas ha de habitar!

Isaac Newton

https://museovirtual.csic.es/salas/magnetismo/biografias/newton.htm

Nació el 25 de diciembre de 1642, en Woolsthorpe, Lincolnshire, Inglaterra, es el más grande de los astrónomos ingleses; se destacó también como gran físico y matemático. 

Fue en realidad un genio al cual debemos el descubrimiento de la ley de gravitación universal, que es una de las piedras angulares de la ciencia moderna. 

Fue uno de los inventores del cálculo diferencial e integral. 

Estableció las leyes de la mecánica clásica, y partiendo de la ley de gravitación universal dedujo las leyes de Kepler en forma más general. Logró construir el primer telescopio de reflexión. 

Cautivado por el principio de los relojes de sol, aprendió a calcular no sólo la hora sino también el día del mes, y a predecir acontecimientos como los solsticios y los equinoccios. Incluso el viento lo fascinaba. Un día, cuando Newton tenía dieciséis años, se alzó una gran tormenta, mientras la gente prudente buscaba refugio del viento, el joven realizó lo que más tarde recordaría como su primer experimento científico. Primero saltó con el viento, luego contra él. Comparando las distancias de los dos saltos, fue capaz de estimar la fuerza del ventarrón.

Su curiosidad, era ilimitada en asuntos de ciencias e invenciones.

Como estudiante universitario en Cambridge, Newton llenó su soledad con el estudio de una amplia variedad de temas, que iban desde la astrología hasta la historia

Al final de su etapa de no graduado en 1664, había descubierto también las matemáticas y la filosofía natural, un campo que abarcaba los temas hoy conocidos como ciencias físicas. 

Debido a la pandemia de la peste bubónica, la universidad cerró temporalmente mientras sus estudiantes huían a regiones rurales menos afectadas. Newton regresó a Woolsthorpe (su condado natal), visitando Cambridge de tanto en tanto para usar su biblioteca. 

Tranquilo al calor de Lincolnshire, puso a trabajar su poderoso intelecto en diversos problemas científicos y matemáticos. Construyó la primera versión funcional de un nuevo instrumento astronómico, el telescopio de reflexión, que usaba un espejo curvo en vez de lentes para enfocar la luz. Desarrolló una nueva y poderosa rama de las matemáticas llamada cálculo. Y efectuó el trabajo fundamental de su teoría de la gravitación.

El relato popular del origen de esa teoría -que Newton la concibió en el verano de 1666 tras ver caer una manzana de un árbol- es imposible de confirmar, pero la tradición ha señalado un árbol de la granja familiar como aquel del que cayó la manzana. Cuando el árbol murió en 1820, fue cortado a trozos, que fueron cuidadosamente conservados. En cualquier caso, algo durante este período dirigió los pensamientos de Newton hacia la idea de la ley universal de la gravitación. Su gran tratado Principios Matemáticos de Filosofía Natural (Principia), publicado en 1687 presenta los estudios de Newton durante más de veinte años en relación a la mecánica terrestre y celeste. Allí enuncia la ley de gravitación: dos cuerpos se atraen con una fuerza proporcional a sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa. 

La importancia filosófica de la obra de Newton es extraordinaria; la forma en que el ser humano enfrentó la naturaleza en el siglo XVIII y XIX es una consecuencia de los descubrimientos del gran sabio inglés. Los méritos de Newton no se reducen al campo de la mecánica y las matemáticas; también la óptica supo de su talento. Descubrió las propiedades de refracción de la luz, iniciando con ello el análisis espectral, base de la astrofísica contemporánea. Sus estudios sobre la luz lo llevaron a publicar en 1704 su Tratado sobre Óptica, donde además detalla su teoría corpuscular para la naturaleza de la luz. 

Los últimos años de su vida los destinó a profundas meditaciones teológicas, alejado casi totalmente de aquellos quehaceres intelectuales para los cuales no tuvo rival. 

Murió el 20 de marzo de 1727, en Cambridge, Cambridgeshire, Inglaterra.

¿Qué tienen en común Ludwig van Beethoven e Isaac Newton?

Si nos sentamos en soledad a escuchar por ejemplo la Sonata del silencio, de su autoría, nos dejamos llevar por la música y dejamos fluir la sensación auditiva, podremos sentir la vacuidad, la omnipresencia del silencio absoluto y la concomitante soledad del ser, inscrito en una burbuja temporo espacial. Podremos sentir el Silencio mediante los Sonidos de una música que habla por sí misma.

Mi sensación subjetiva, por cierto, fue que pude comprender lo que Beethoven mismo podría sentir al perder progresivamente la audición y sus consecuencias de relación con el mundo cotidiano. Lo viví como una comunicación desde otro tiempo y otro lugar de una persona a través de la música …

La música orquestal clásica, romántica y barroca, es por su naturaleza altamente descriptiva en sí misma. La música tiene algo que contar per se.

Si escuchamos la Primavera de Vivaldi, nos sentiremos efectivamente en un paraje en dicha estación.

Por otra parte, la música sinfónica, se comporta como una entidad en sí misma, que habla, se expresa y nos cuenta algo inherente a ella misma y su vínculo con la “personalidad física de cada instrumento y de todos en conjunto, actuando en grupos armónicos o en solitario, dialogando entre ellos como seres vivos que conviven en un entorno dado.

Volviendo a Beethoven; encontramos en su obra maestra (la IX Sinfonía) lo que en mi modesta opinión de simple escucha (no músico), se trata de la síntesis de su vida y su vínculo particular con la humanidad. Pero sobre todo, se trata de la evolución del estado humano como forma del ser. 

Partiendo en el primer movimiento con una forma por demás dinámica, efervescente y entusiasta, con algunos toques de agresividad que se hacen más ostensibles en el segundo movimiento, pasa el autor de un estado de descubrimiento y regocijo investigador a un segundo estadio de exaltación y tempestividad (marcada por la percusión y el remedo constante pero sutil y sigiloso del primer movimiento). Ingresando en el tercer movimiento, se vuelve más poético, sensual pero critico a la vez, dando la sensación de encontrarse en una disyunción de caminos y nuevos  descubrimientos, tanto en el entorno como en su interior, que no se terminan de amalgamar o sincronizarse en uno solo.

Finalmente, la introducción del coro y la poesía de Schiller hace hablar a la orquesta más allá de su propio y exclusivo lenguaje instrumental, incorporando la sensualidad y emotividad  explotadas al máximo hasta llegar a la apoteosis donde todo cobra sentido y finalmente se alcanza la paz … Quizás Beethoven alcanza su paz … (interpretación absolutamente subjetiva y personal de quien escribe estas líneas).

Toda la sinfonía es una representación de la tragedia humana expresada en música a su más absoluto nivel de profundidad hermenéutica, pues va más allá de lo sensual. La música habla y describe per se la vida, la humanidad y en ella misma, deja finalmente y debido a su propia existencia, por quien fue creada – la humanidad – la redención del Hombre en un balance final, por el entendimiento del Hombre en su propia esencia inexpugnable e ineludible. Redención por la existencia de las sempiternas minorías omnipresentes que marcan la grandeza oculta en las masas vegetativas.

Isaac Newton; pilar y genio absoluto del mundo de la ciencia moderna, generador del conocimiento más básico y estructural jamás igualado por científico alguno, que instauró las bases del hombre moderno en tanto su saber y su comprensión del universo.

Atraído por el universo, la naturaleza del mundo y su comportamiento más allá de su alcance vital, no tenía un objetivo específico detrás del cual emprender. Contemplador por naturaleza de todo lo que pudiera dar una señal de rareza o poco comprensible, para generar en él, el ansia de conocer, buscar y demostrar. 

Como era menester en el siglo de la Luz, todos los sabios de aquel entonces navegaban para foguearse en todos los ámbitos posibles de la actividad humana, sin soslayar las artes, la matemática ni la teología. Empero su afán de observador y de experimentador bajo sustentos teorizados que luego fueran llevados a la práctica, no siempre fueron estrictos en cuanto a método, pese a que es uno de los fundadores del método científico al introducir el cálculo como herramienta de análisis y teorización.

Tuvo la sabiduría de pasar en ambos sentidos una y otra vez, de lo particular a lo universal y viceversa, sabiendo establecer las conexiones recíprocas que ambos mundos (discreto y directamente medible uno y cuasi infinito y difícil de objetivar el otro) desarrollaban dinámicamente dejando una estela de señales que el gran genio supo descifrar y convertirlas en epistemas para luego hacerlas evidentes en forma de leyes físicas fundamentales.

La pasión por conocer, la pasión por comprender y la curiosidad por reproducir los eventos que parecían tan ajenos a la vida cotidiana, le conferían de algún modo una sensación de libertad suprema, difícil de comparar con cualquier otra situación.

La comprensión de la interrelación de los fenómenos de naturaleza en apariencia diversa, no lo alejó del interés, sino que al contrario, supo hilvanar hilos conductores que vinculan fenómenos hasta entonces inconexos que integrados sinergicamente, harían evidentes muchos procesos que de otra forma serían invisibles y se perderán en sus propios mundos sin  atisbar mutuamente y menos aún, ser utilizados.

Conocer por el conocimiento mismo, sin importar la naturaleza del elemento disparador, hallar el hilo conductor y ver las relaciones, es el trabajo de una estructura sobre la cual se edificarán todos los fundamentos de la modernidad, en todos sus ámbitos.

Resulta muy difícil hablar de Newton sin emocionarse por su magnífico aporte y riqueza.

Lo que en su vida se cuenta como una obsesión imposible de evitar, la de la investigación y el conocimiento a través de la ciencia, que lo llevó a pesar de los orígenes y un entorno  poco favorable para su desarrollo, a continuar y llegar a los máximos escalafones académicos posibles, los explota; y extrae de esta actitud, el máximo de los rendimientos que un cerebro humano puede generar y finalmente llega a una estado de estabilidad.

Esta estabilidad, quizás representación de un estado contemplativo de plenitud ontológica, quizás fatiga, lo lleva a alejarse de la ciencia en sus últimos años. Pasará estos, según las crónicas, realizando profundas meditaciones metafísicas y teológicas. 

Algunos podrían pensar que no llegó al nivel de conocimiento del universo deseado y recurre a otras formas de ver el mismo. Por mi parte – y vuelvo a expresar una idea subjetiva y personal – es una manifestación de plenitud, haber accedido a la capacidad de comprensión y visión holística del universo bajo una lente de contemplación, donde se aprende a observar sobre lo entendido y aprendido, aceptando que existen cosas que aún no se hacen evidentes, pero que existen y por ello son susceptibles de ser tomadas y formar parte de su interacción aun cuando no se comprenda en profundidad su esencia. Esta comprensión de incapacidad de acercamiento epistémico, no impide ser parte  de él y actuar en consecuencia, aplicando y asumiendo sus efectos como un fractal ejecutor de un todo caótico que establece sus redes internas de sustentación. 

No poder hacer evidente el universo, no implica que no se pueda ejecutar sus leyes aun no escritas. La observancia de esta situación no es sinónimo de resignación sino de sabiduría y adaptación para lograr el avance cognitivo y la consolidación epistémica más allá de los orígenes y factores vinculantes.

Dos pilares de un periodo de luz para la humanidad: uno de las artes y el otro de las ciencias. Dos basamentos que se enriquecen mutuamente para un entendimiento global del universo (externo y el de cada ser humano libre pensador).

No pretendemos con esto que seamos músicos o físicos, sino que usemos estos dos ejemplos maravillosos para hacer tangible un modo de conocer el universo y  pararse frente a la vida, estableciendo las simientes de una estructura sólida de la personalidad de cada individuo y por sumatoria, de la sociedad.

Un genio; a través de la música nos enseña a comprender lo que somos y sentimos, así como desarrollar un método para expresarlo allende el tiempo y  la propia vida individual. El otro, nos enseña a descubrir múltiples universos corolarios del original perseguido para su estudio y comprensión, haciendo del aprendizaje y entendimiento una acción divergente y abarcativa, mientras que el primero nos hace introducir en un modo introspectivo, convergente y reflexivo. Ambos modos complementarios para lograr la integridad de una humanidad verdaderamente diferencial a la que todos estamos capacitados para acceder en la medida de nuestro esfuerzo y comprensión de nuestra propia ontología.

La integración del conocimiento y de las formas de obtenerlo, hacen a la óptima construcción epistémica del proceso de entendimiento del mundo que nos alberga y que nos exige, como agente de presión de selección natural.

Aprender a aprender y saber valorar los diferentes medios de percibir, sentir y conocer no depende de qué especialidad tomemos a la hora de formarnos, sino que está directamente ligada a la mirada de las disciplinas colaterales que aunque parezcan ajenas a nuestro metier, no son inútiles, sino que nos dan una visión que a veces nos evitan cegueras epistémicas o selectivas.

No esperamos ser ni uno ni el otro de los genios referentes, mucho menos ambos. Sino que es deseable que comprendamos que es importante mientras avanzamos tras nuestros objetivos particulares, aprender a mirar a nuestros lados y hacia abajo a nuestros pies … en estos lugares, seguramente encontremos muchas cosas que pareceran inútiles, motivadoras de acciones en apariencia fútiles para alcanzar nuestro horizonte; empero al promediar el camino o más allá, nos percataremos cuan necesarias fueron y las valoraremos ya sea por la lamentación de no haberlas tomado o por el contrario, la fortuna de haber recogido dichas preseas que ahora se vuelven fundamentales.

La hiperespecialización de las ciencias, la técnica y el desarrollo tecnológico, nos introducen cada vez  más temprano en verdaderos vórtices de universos específicos que nos llevan a profundidades insospechadas del conocimiento de un sector discreto del universo verdadero, alejándonos de la posibilidad de una visión holística integrada de nuestro objeto de estudio y a la postre, de nuestra propia vida.

Con la modernidad y el desarrollo exponencial de la tecnología que forma hoy por hoy un dímero integrado con la ciencia en una unidad funcional, los nuevos científicos, artistas e intelectuales de las letras se alejan más entre sí profundizando sus campos de saberes específicos pero incrementando las grietas interdisciplinarias. El hombre se vuelve cada vez más especialista, cada vez más especializado … la sociedad ilustrada, cada vez más dividida en especialidades, cada vez más sectoriales y menos interactuantes … formando fractales de un gran fractal caótico o fragmentos de un antigua entidad global que se vuelve quebradiza y a la postre se fracturó … 

Eduardo Terranova, Febrero de 2023.

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